Resiliencia

I

«Yaces sobre el cuerpo de tus hermanas
y tus hermanas yacerán sobre tu cuerpo.
¿Importa acaso el eco en la matriz?
Dar a luz jamás fue el propósito de la sombra».

Estos huesos desconocen el presente del fuego,
solo resta ceniza en la incertidumbre del hogar.
Irradio la inseguridad de una deidad que se reza a sí misma.
Perece cuanto amo. Sobrevivo.

II

En este suspiro del tiempo con la elocuencia de Scheherezade—

Te reconoces en esterilidad de la rutina (tanto eco carente de significado); en la angustia del sueño (¿aprecias diferencia alguna en la lucidez?); en el titubeo del espejo ante la expresión inédita (cada vez, menor desconcierto).

Eres la sombra y la mujer, la perspectiva desde el hogar que nunca sentiste matriz y las calles que se alejan, desde la ventana, sin ofrecer la posibilidad de asir sus puntos de fuga.

Quédate: pese a la pérdida, te amas y eres amada.

En perspectiva, mil mitos pierden la voz en un eclipse.

III

«Tiempo, te despliegas cual amante ante estas yemas sin huella».

Las edades se confiesan desde la víscera—
revelando cuanto no se nombra, pero existe.

Polvo que, primigenio, careces de hogar al que regresar:
es tu camino tanta pérdida como ventura.

En esta nuestra tierra libre y fértil,
compartamos lengua y ruinas.
Descansemos.

IV

Ningún labio ha besado aún esta tierra—
mas su fruto se alza ante ti, Tántalo,
prometiendo, con esperanza, el futuro.

Acerca de L. Dietrich

Pixieh Tian Shi — El cielo por los suelos y los pies en el aire.
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