Y frente a ti me presento,
tan histórica como anónima,
irreconocible hasta ante estos ojos
familiares a la par que ajenos
(madres, desaprendo vuestra perspectiva);
y me desnudo, y me desollo
—piel que cae sin despertar al silencio—.
Mírame:
demasiado humana para creer en deidades,
demasiado humana para creer en la humanidad,
demasiado humana para creer.
No necesito testigos para saberme viva.