No me identifico con la piel que habito—
Regreso al cruento poema.
Jamás tuve qué ofrecerte más que disculpas—
en mis bolsillos repica el eco.
Temo el día en que en que la poesía no salve.
Yo no nací, fui nacida—
pero abrí los ojos por voluntad propia,
y lloré — lloré y
este mar carece de costa.
No hay pasado para estas agujas de sal
anhelando
el calor de la matriz oscura víscera anfitrión de toda
vida