Una habitación propia

Carezco de habitación propia.
Cuando la palabra nace,
ignora alma, cuerpo y contexto,
y sin ellos significa.
Yo significo—
más allá de la circunstancia,
más allá de esta piel
que es párpado de astro extinto,
más allá de estos veintiún gramos
de anorexia.
El hambre de esta palabra desconoce saciedad;
es por ello que se despliega errática y
sin mano que la alimente o acune.
Sus dedos jamás besaron otras huellas.
La palabra es autosuficiente.
Cuando la palabra nace,
no es creada, se crea,
se da a luz a sí misma y
se balancea entre esencia y existencia:
existe en el momento en que se desovilla
—tierno el primer llanto—,
es en el momento en que denota.
Yo significo—
Cuando yo significo, tú connotas.
Tu lengua me busca y me paladea,
intenta pronunciarme y existo,
pero no soy.
Cuando nazco,
no soy creada, me creo,
me doy a luz a mí misma.
Yo fui la primera en nombrarme.
También seré la última en hacerlo.

Acerca de L. Dietrich

Pixieh Tian Shi — El cielo por los suelos y los pies en el aire.
Esta entrada fue publicada en Poesía. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario