En estos caminos de piedra cuyas manos callosas y fantasmales previeron nuestro destino
procrean las ruinas de lo que seremos,
marchítanse los labios que profirieron el último mito.
Yacen muertas deidades de piel atópica a los pies del cuervo, miles sus ojos.
Reflejando el rayo verde, color imposible,
da a luz el ocaso.